Sofrito semanal
Cómo elijo las recetas, ¿Qué ves cuando comes?, una serie y una receta modo experto/a
Sabes tanto como yo que una mesa bien compuesta e iluminada y un plato bien presentado y equilibrado puede hacer que una comida sepa mejor de lo que es. Estudié Arquitectura de Interiores y, como decía un buen profesor que tuve en la carrera: “la luz es la que dibuja”. Una mala arquitectura con una buena iluminación puede engañar a los ojos de quien la ve y parecer mejor de lo que es, pero una buena arquitectura mal iluminada la convierte, automáticamente, en mala. Pasa algo parecido con la presentación de un plato. Los colores, las texturas y las cantidades deben estar equilibradas a la vez que la mesa bien compuesta, compensada y adornada para conseguir que una comida sea más agradable, buena y confortante.
La comida entra primero por los ojos…
A la hora de elegir vajillas, cuberterías y adornos tengo en mi cabeza a un buen amigo de mis padres que venía todos los veranos a pasar las vacaciones con nosotros. Se llamaba Manuel (Manolo para la familia). Era un hombre guapo, fuerte, elegante y charming (me gusta más como suena en inglés y siento que en conjunto lo define mejor). A Manolo le encantaba invitar a amigos a comer a casa, aunque él pocas veces cocinaba. Tenía un trato con mis padres; ellos preparaban la comida y él adornaba la casa y recibía a los amigos. En fin, hacía de anfitrión. Estudió Bellas Artes en Madrid y era un artista. Dibujaba, pintaba, esculpía, decoraba y diseñaba con una facilidad abrumadora y era capaz de crear y transformar cualquier cosa que cayera en sus manos en algo maravilloso en cuestión de segundos. Cuando teníamos invitados me cogía de la mano y me decía: “Angeleta, vente que vamoh a poné la mesa” (sí, era andaluz, de Córdoba) y yo, feliz, le daba la mano y recorríamos juntos el jardín y abríamos todos los cajones de la casa en busca de telas, lazos o cualquier objeto que nos pudiera servir para acicalar y componer la mesa y sus alrededores. Le encantaban los candelabros, las estatuas de santos, las vasijas o cualquier objeto decorativo antiguo. ¡Ah! Y la yedra; que cortaba largas tiras para envolver los elementos decorativos que colocaba en el centro de la mesa. También usábamos todo tipo de telas que enrollaba y arrugaba para colocar junto a barreños de barro y tinajas rellenas con bellas frutas y verduras de temporada. Así que entre los candelabros, flores, hojas, piezas de barro y telas Manolo conseguía crear un ambiente único donde no solo la comida era la protagonista, si no también el lugar donde se iba a celebrar el encuentro. Porque detrás de todo siempre hay una historia y a las personas nos gustan las historias. Manolo era único. A veces me pregunto si fue él quien despertó en mí el gusto por el interiorismo y la decoración.
Ariadna Sánchez es una artista que conozco personalmente y sigo en Instagram. Su trabajo es fantástico, mágico y verla en acción es tan increíble como lo son sus obras.. Sus piezas me hacen soñar, me dan ganas de comer e imaginar qué cocinaría si colocara uno de estos vasos como centro de mesa.
¿Cómo elijo las recetas?
En el Sofrito anterior hice una encuesta sobre qué tema os apetecía más que tratara en el próximo Sofrito y ganó, por goleada, “Como elijo mis recetas”. Así que hoy voy a contaros no solo en base a qué las elijo, si no algo que me parece aún más importante: cómo las organizo.
Cuando cocino siempre prefiero seguir las recetas de libros que de una pantalla. Aunque es un hecho que los libros corren el riesgo de ensuciarse más, la sensación de cocinar a través de un libro me da más placer.
Estoy suscrita a newsletters, blogs y cuentas de Instagram que conviven con el estilo de cocina que me gusta preparar: horno, plancha, vapor y poco frito. Además, sigo cuentas que cocinan con ingredientes de temporada, preparan platos ad hoc a la estación (guisos en invierno, ensaladas y sopas frías en verano, etc…) y defienden las preparaciones relajadas y pausadas. Intento ser realista y elegir recetas que sé que voy a cocinar, que no tienen ingredientes imposibles de encontrar o que requieren una elaboración demasiado compleja. La Nochevieja pasada cociné un Pan de Cherry con calabacín y Chutney de tomate de Ottolenghi (receta abajo). Aunque fue una delicia, estuve 4 horas en la cocina y acabé tan cansada que a las 00.30h estaba en la cama. Así que me prometí que hasta que mi hija sea más autónoma y durmamos todos mejor en casa no voy a sacrificarme tanto.
En Instagram hago dos cosas: seguir las cuentas que me gustan y buscar en la lupa aquello que me recomienda Instagram y llama mi atención. Guardo todas aquellas recetas que me apetece cocinar en una carpeta que he creado a la que he llamado “Recetas”. Para las newsletters es más complicado, pero sí he creado una etiqueta en mi correo llamada (adivina) “Recetas” para acudir más rápidamente a ellas.
En cuanto a los libros, es cierto que me compro menos de los que me gustaría, pero con los que tengo suelo sentarme a ratos a hojearlos y marcar con Post-It aquellas recetas que me gustan y de verdad creo que voy a preparar. Atribuyo un color para cada tipo de receta: dulce, vegetariana o pescado. Hace 8 años que no como carne, pero algunas recetas con carne las guardo para sustituir la carne por tofu o pescado. En cada Post-It escribo el número de la página y, finalmente, en un pequeño papel que colocaré en la primera página del libro, hago un índice con el número de página y el título de la receta. Así, viendo solo el Post-It con el número, sé de qué receta se trata.
Otra de mis herramientas favoritas para recopilar recetas es Slack. Esta app permite crear canales para almacenar por temas lo que te gusta. Tan solo tienes que copiar y pegar el enlace. Yo lo uso para todas las cosas que me gustan: artículos, recetas, libros, ideas, etc.
Una serie que no puedes perderte
Por recomendación a Taramona hemos descubierto una de las mejores series que he visto en este 2022. La primera vez que la pusimos no me gustó y quise dejar de verla, pero finalmente accedí a seguir y estoy tan contenta de haberlo hecho… Está en HBO y se llama How to with John Wilson.
Si tuviera que describirla diría que es ver la vida a través de los ojos de John Wilson, quien da un sentido diferente y original a cosas aparentemente banales o insignificantes, en las que jamás repararías, con las que es capaz de conectar para construir una historia o, en este caso, dar sentido a cada uno de los temas que trata en cada capítulo. Sería como tratar de buscarle un sentido a todo. Muy filosófico. Uno de mis capítulos favoritos es How to Cover Your Furniture. Ya me contaréis, porque da para mucho que hablar.
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Pan de calabacín y Cherry con Chutney de tomate
2 calabacines (350) g rallados
275 g de harina común
2 cucharaditas de levadura en polvo
½ cucharadita de bicarbonato de sodio
1½ cucharadita de Garam Masala
1 cucharadita de azúcar en polvo
2 huevos grandes
60 ml de aceite de oliva
70 g de yogur griego
150 g de queso cheddar maduro rallado
6-7 cucharadas (25g) de cilantro picado
75 g de tomates cherry mixtos (rojos y amarillos) cortados por la mitad
Para el chutney de tomate:
75 ml de aceite de oliva
6 dientes de ajo, pelados y machacados
45 g de jengibre fresco, pelado y rallado finamente
2 chiles rojos (30 g), picados finamente, con semillas y todo
1½ cucharadas de pasta de tomate
½ cucharadita de cúrcuma
2 cucharaditas de garam masala
1½ cucharadas de azúcar en polvo
750g de tomates, sin corazón y finamente picados
Sal y pimienta negra
Prepara primero el chutney. Pon cuatro cucharadas de aceite en una sartén grande a fuego medio-alto. Cuando esté caliente añade el ajo, el jengibre y la guindilla. Cocina y remueve durante dos minutos. Añade la pasta de tomate, las especias y el azúcar y cocina removiendo, durante un minuto más. Añade los tomates picados, una cucharadita de sal y una buena molienda de pimienta. Ponlo a fuego alto, luego baja a fuego medio y deja cocer removiendo durante 45 minutos o hasta que los tomates se hayan deshecho y la mezcla esté bien espesa. Pon 150g de la mezcla de chutney en un bol y deja enfriar tanto el chutney en el bol como en la sartén.
Calienta el horno a 200ºC (o 180ºC en opción ventilador). Forrar un molde de pan estándar (1kg) con un trozo de papel sulfurizado lo suficientemente grande como para cubrir el fondo y los lados.
Pon los calabacines rallados y media cucharadita de sal en un bol, mezcla y dejar reposar durante 20 minutos. Pon los calabacines en un paño de cocina limpio y escurre todo el líquido posible (deben quedar unos 180 g de calabacín colado). Reserva.
Pon la harina, la levadura en polvo, el bicarbonato, el garam masala, el azúcar y una cucharadita de sal en un bol grande y mézclalo todo.
En un segundo bol bate los huevos, el aceite y el yogur y añade el queso Cheddar y el cilantro. Pon esta mezcla, el calabacín escurrido y los 150 g de Chutney de tomate reservados en el bol de la harina y mézclalo todo suavemente. Ponlo en el molde forrado y alisa la parte superior. Coloca los tomates Cherry cortados por la mitad y empújalos suavemente en la masa sin sumergirlos del todo.
Rocía con la última cucharada de aceite, hornea durante 40 minutos, luego retira del horno y baja la temperatura a 190ºC (170ºC ventilador). Cubre el pan con papel de aluminio, luego vuelve a hornearlo durante 45 minutos más, o hasta que un pincho salga limpio del centro. Deja enfriar en el molde durante al menos 30 minutos, o más, si el tiempo lo permite.
Corta el pan en rodajas de 2½ cm. Pon el Chutney en un bol, añade la cucharada de aceite restante y sirve junto al pan.
Combínalo con queso curado o con huevo escalfado, revuelto o a la plancha.
Bon profit!
¡Un abrazo y hasta el siguiente Sofrito!
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